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Vivir desde el Rencor

No sirve de nada vivir desde el rencor. Si seguimos recodando, nos seguimos arañando las heridas.

 

Es muy difícil olvidar lo vivido pero rememorándolo lo único que conseguimos es hacernos más daño, sufrir y nos frena a evolucionar como personas.

 

¿Cómo aprender a olvidar? ¿Cómo vaciarse de lo malo?

Es tarea difícil, pero no imposible. Sin duda nos llevara tiempo.

 

-Una primera fase sería la de asimilación. Recordar lo que nos hizo sufrir, sentirlo, asumirlo, dar una explicación a todo aquello. Eran otras circunstancias, tú eras diferente, eran otros tiempos y tú ya has cambiado. Quizá en este momento no reaccionarías de la misma manera y eso sólo significa una cosa, que has aprendido, por lo que no debes sentirte culpable de algo que sucedió en el pasado y de tu reacción. Suéltalo todo y permítete manifestar tus emociones, tristeza, ira, dolor, ansiedad…lo que consideres que necesitas para sentirte más liviano. No te reprimas.

 

-Una segunda fase, después de asumir lo vivido y de haber manifestado su efecto ya sea llorando, riendo, desahogándote a patadas o puñetazos con un cojín, hay que intentar sacar algo bueno de lo vivido, ya sea en experiencia, aprendizaje, dando gracias a las circunstancias que te han puesto en el momento que estás viviendo o también agradeciendo el punto del camino en el que te encuentras, porque es precisamente aquí donde puedes empezar a caminar empezando de cero, limpia de sentimientos negativos y ya de una forma más renovada y clara.

 

-La tercera fase es la del perdón y la superación. Una vez que hemos comprendido el porqué de esta vivencia con esta persona y que vemos claramente lo que la vida nos quería decir, es cuando debemos no sólo perdonar, sino también agradecer lo que nos han enseñado estos maestros. Mírales desde la bondad, no desde el rencor. Piensa mentalmente que les deseas amor, que continúen su camino y que éste no sea ni mejor ni peor, sólo que sea lejos de ti, ya que en tu interior comprendes que lo pasado, pasado está y ahora eres una nueva tú que no tiene que estar ya en contacto ni con la misma vivencia ni persona.

 

Dejando marchar, soltando el rencor es como podemos purificar nuestro interior y prepararnos a caminar en paz por la vida dejando sitio a todo lo bueno que está a punto de llegar.

 

 

Vivamos desde la consciencia del momento abriendo las puertas para dejar salir lo que nos turba por dentro.

 

 

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